MI HISTORIA FAVORITA

AMARILLO.- Este color lo uso en vez del color dorado. Y es que este color me recuerda a Dios, la Biblia dice que en el cielo, el hogar de Dios, hay una calle de oro muy puro, ¿te lo puedes imaginar? ¡Qué especial es el cielo! Pero lo especial del cielo es la presencia del creador del cielo y de la tierra y de todo lo que en ellos hay. Dios hizo todas aquellas cosas que ni un hombre ha sido capaz de hacer, siendo tú su especial creación. Y Dios te ama de una manera tan grande y especial que solo él puede amar. Dice su Palabra en Jeremías 31: 3 “Con amor eterno te he amado…” Solo Dios es capaz de amar así porque él es santo, es perfecto y así es el lugar donde él vive y desea que un día tú puedas ir a vivir con él. Pero hay algo te impide ir con él y es el pecado.

OSCURO.- El color oscuro es precisamente lo que me recuerda. El pecado es vivir hacer las cosas como uno quiere y como Dios dice. Así que todo lo que pensamos, decimos y hacemos que no agrada a Dios es pecado. Muchas veces pensamos que pecado es matar, robar, secuestrar y es verdad, eso es pecado. Pero también mentir, ofender, el enojo dañino, y muchas otras cosas más. Es más la Biblia dice “y él sabe hacer lo bueno, y no lo hace, le es pecado”(Santiago 4: 17). Así que si sabes que orar, leer la biblia, perdonar es bueno y no lo haces, es pecado. Esto es sorprendente, pero también el saber que todos hemos pecados, Dios dijo: “por cuanto todos pecaron…” (Romanos 3: 23) Esto es. Porque todos hemos nacido con el deseo de hacer lo malo y lo hacemos. Pero lo más terrible es que el pecado merece un castigo y éste es estar separado de Dios. Dice la Biblia “vuestras iniquidades han hecho división entre vosotros y vuestro Dios…” (Isaías 59: 2).Pero al manarnos tanto Dios, hizo un plan maravilloso para tú y yo no tengamos que ser castigados por nuestros pecados. Y es lo que me recuerda el color rojo.

ROJO.- El plan de Dios fue enviar a su Hijo Jesucristo a pagar por nuestros pecados. El Señor Jesús vivía en el cielo con el Padre y lo dejo para vivir aquí en la tierra. Nació como un bebé y creció como cualquier ser humano con la diferencia que él nunca pecó. Y a pesar de vivir una vida perfecta, ayudando a las personas, sanando enfermos, mostrando la voluntad del Padre, los hombres lo tomaron preso, lo golpearon, lo insultaron, lo escupieron, le pusieron una corona de espinas. No siendo suficiente lo clavaron sobre una cruz, la muerte en la cruz estaba reservada para los peores malhechores. El Señor Jesús no merecía esta muerte sin embargo estuvo dispuesto a sufrirla por amor a ti y a mí. Él podía evitarla pero no lo hizo. Jesús murió en aquella cruz. Pero lo más maravilloso sucedió al tercer día cuando él resucito. Dice la Biblia: “…que Cristo murió por nuestros pecados conforme a las escrituras y que fue sepultado y resucitó al tercer día conforme a las Escrituras” (1 Corintios 15: 3,4). Esto nos habla de que todo lo que pasó el Señor Jesús ya estaba establecido mucho tiempo antes de que pasara. Y ahora por lo que el Señor Jesús hizo por ti, puedes tener tus pecados perdonados.

BLANCO.- Dice Dios en su Palabra “Mas a los que le recibieron, a los que creen en su nombre les dio potestad de ser hechos hijos de Dios” (Juan 1: 12). Mas a todos, significa que esta promesa es para cualquier persona, esto te incluye a ti. A los que creen en su nombre, significa reconocer que has pecado, que has hecho las cosas a tu manera; pero que crees que el Señor Jesús murió y resucitó por tus pecados y es el único que puede salvarte y lo aceptas como tu salvador; entonces él te hará su hijo y esto significa que ya no estarás separado de él, que ya nunca estrás sola, él siempre estará contigo y el día que mueras, como todos vamos a morir, entonces irás a vivir al cielo con él.

Esta es la historia de la que te hablaba al inicio. Pero después de conocerla, Dios te dice: “¿Te gustaría creer en el Señor Jesús el día de hoy?

Si tu respuesta es sí, puedes decírselo a Dios en oración. Orar es hablar con Dios. Tú puedes decirle que reconoces que has pecado; pero que crees que Jesús murió y resucitó para pagar por tus pecados y que es el único que puede perdonarte y que hoy decides aceptarlo como tu salvador.

Si tú has hecho esta oración con toda sinceridad, Dios tiene una promesa para ti. “De cierto, de cierto os digo: el que cree en mi, tiene vida eterna” (Juan 6: 47).

Y ahora que eres un hijo de Dios, él quiere que le conozcas mejor.

Es lo que me recuerda el color VERDE, ya que es el símbolo de aquello que crece, como lo hace el pasto, los árboles. Dios quiere que sus hijos crezcan conociéndole mejor; para hacerlo el Padre nos dejó unos medios:

1.- Orar, esto es hablar con Dios. Esto lo puedes hacer en cualquier lugar y de cualquier cosa;

2.- Leer la Biblia todos los días. Este es el medio que usa en este tiempo Dios para hablarnos. Aun cuando en ocasiones nos parece un libro aburrido, al empezar a leerlo te das cuenta de las delicias que encuentras en cada palabra, el salmista decía: “¡Cuán dulces son a mi paladar tus palabras! Más que la miel a mi boca” (Salmo 119: 103). Si aun no tienes el habito de leer la Biblia, empezar por el Evangelio según San Juan es un buen comienzo, puedes leer un capitulo por día (capítulo es el número grande).

3.- Asiste a la iglesia. Es la institución que el Señor Jesucristo estableció para que convivamos, como familia le adoremos y juntos crezcamos. Busca una Iglesia donde se predica la Palabra de Dios y se enseña que solo Jesucristo es el medio para ir a Dios.

4.- Se un testigo. Comparte con otros, con tus amigos, tus familiares, con las personas de tu alrededor lo que Jesús hizo por ti y que también puede hacer por ellos.

Amiga, si hoy tú has decido creer en el Señor Jesús como tu salvador, bienvenida a la familia de Dios y muchas felicidades pues es la mejor decisión que has tomado en tu vida. Pero si aun no te decides, es la peor decisión que estas tomando, ruego al Padre para que te de otra oportunidad. Amén.

“Porque de tal manera amó Dios al mundo,

que ha dado a su Hijo unigénito,

para que todo aquel en él cree,

no se pierda más tenga vida eterna”

(Juan 3: 16)